Un poquito más sobre mí

Lo cierto es que me ha costado bastante sentarme a escribir esto que ahora comienzo. ¿Por qué? Pues porque aunque lleva rondando toda la cuarentena por mi cabeza, ahora que hay más tiempo para, peligrosamente, pensar, esto que cuento es bastante íntimo y personal y el hecho de abrirse al mundo, siempre da un poquito de miedo, ¿no?

Lo que voy a contar es básicamente lo que considero el hilo historiador que me ha traído hasta aquí, hasta Biovero, tal y como es hoy en día (que es diferente de hace dos años y de cómo será dentro de otros dos). Antes de seguir, quiero dejar claro que solo es una historia personal, la mía… y que lo último que quiero es dictar sentencia o promover cambios «a lo loco», sin una reflexión profunda detrás… luego se entenderá este punto. Eso sí, si tras leer esto quieres emprender algún cambio en tu vida, estoy totalmente a tu disposición para apoyarte y aconsejarte en lo que pueda y ponerte en contacto con personal especializado, en lo que yo no pueda. Quizás ahora esto no te dice nada, pero sigue leyendo y todo cobrará sentido. 

Por empezar por alguna parte, un recorrido histórico a mi vida. Soy de Ponferrada, la cabecera de la bonita comarca de El Bierzo. Desde pequeñita tenía claro que quería ser Bióloga, y así fue. Estudié Biología dignamente, aunque no le saqué el provecho que merecía, pero creo que sembró la semilla acertada. Tenía una visión romántica y sesgada de la carrera y la profesión, me imaginaba de mayor rodeada de animalitos, quizás en un zoo… y no, no he acabado así… y creo que pocas cosas me apestarían más que aportar  mi energía a ese tipo de industria, hoy en día. Pero quizás sí me encantaría verme a lo Dian Fossey ahora mismo, rodeada de gorilas en una Uganda que ya he tenido la oportunidad de conocer… Aunque mi dedicación laboral, enfocada a la educación ambiental, ha sido satisfactoria y muy disfrutada! En fin, que me enrollo de más. 

Durante el tiempo de la universidad y posterior, entre León y Madrid, me fui implicando, poco a poco en el cuidado del medio ambiente y descubriendo, paulatinamente, cómo poder aportar con mi humilde rutina diaria, a la vez que el mundo se iba calentando, deforestando y llenando de plásticos y la preocupación medioambiental despertaba a nivel social, muy perezosamente aún.

Avanzamos hasta el año 2014, más o menos… ¿? No es importante, así que no voy a hacer esfuerzos ni revisiones documentales para ajustar la fecha exacta. Mi menstruación desapareció. Así, ¡pum! Y diréis, ¿y eso qué tiene que ver el tema? Espera, paciencia, sigue leyendo. 

Como (casi) cualquiera, pues me preocupé. No estaba embarazada. Bien. Pasaron casi dos meses y había que hacérselo mirar, evidentemente. A través de un servicio rápido especializado de la Comunidad de Madrid, acabé en la consulta del ginecólogo que en cosa de 10 minutos, puedo decir que cambió mi vida. Y aunque creo que ese señor no debería seguir ejerciendo, ¡yo le agradeceré de por vida esos 10 minutos! Me diagnosticó literalmente «unos bonitos ovarios poliquísticos» y me recetó, del tirón y con una explicación errónea y demasiado breve, la píldora anticonceptiva. Yo, abofeteada por la realidad, intentaba irme (intuitivamente, ahora lo sé) a la raíz del problema y él se iba por peteneras, ninguneando el origen de la enfermedad e insistiendo (escribiendo ya la receta) en que lo que tenía que hacer era tomar la píldora y listo, olvidarme de lo demás. Me aleccionó, intentando convencerme de que no había nada malo en «la química», que todo es química hoy en día…

Un poco abrumada ya, viéndole escribir, le pregunté que qué pasaría si no la tomaba.  Y él me espetó una frase que a día de hoy, está grabada a fuego en mi cerebro: «pues que te saldrá barba y te quedarás calva». O-L-E. Imagino que este señor no recordará nada de mí, pero os aseguro que yo no me olvidaré jamás de él… y os confieso que fantaseo con, si alguna vez, por casualidades de la vida, nos volvemos a encontrar, agitarle mi melenaza rizada delante de su cara, ¡jajaja!

Spoiler. No. No me tomé la píldora. Y no, no me salió barba ni me quedé calva. 

Salí de esa consulta un poco en shock, pero tenía claro que no iba a asumir el diagnóstico y la pauta como una borreguita mansa… no. Ya había usado anticonceptivos hormonales anteriormente y aunque mi experiencia no era traumática, no quería volver a eso. Ahora que lo escribo, creo que todo eso, allá por el 2014, era mi voz interna comenzando a hacerse escuchar. Hoy en día la entiendo bastante mejor, os lo aseguro.

Pero tampoco quería pasar de todo y la falta de mi menstruación estaba, evidentemente, diciéndome que algo no iba bien. Así que puse en marcha otra vía (algo más larga) para otra revisión médica paralela, pero inmediatamente comencé a buscar información (contrastada y científica) y lo primero que hice fue eliminar de mi dieta la leche y la carne, que al fin y al cabo, ese cambio ya rondaba mi cabeza desde hacía tiempo. Así comenzó todo. 

Y desde ahí, comenzando con ese cambio dietético (anecdótico, en inicio), continuó un camino de cambios que todavía hoy sigo perfeccionando. Al interesarme por el mundo de la nutrición,  la salud y la alimentación, fueron apareciendo claras conexiones y todos los hilos se fueron ordenando en una red cada vez más completa y perfecta que incluía el medio ambiente, la industria alimentaria, con sus sombras y sus luces, la salud, la vitalidad, la claridad mental, la conciencia y un largo etcétera de conocimientos, emociones y sensaciones. Por supuesto, con altibajos, momentos de duda, autogestiones a veces y consultas a profesionales en otras ocasiones, pero siempre con el foco dirigido hacia una alimentación más saludable, sostenible y consciente.

Tras tres ciclos de ausencia, mi menstruación regresó. En la consulta médica paralela, ni rastro de ovarios poliquísticos. 

Ojo! No quiero decir con esto que la solución mágica a todos tus problemas de salud (si es que los tienes) sea una dieta vegana. ¡Ni que con eliminar la carne y la leche se vaya a curar tu SOP! NO DIGO ESO. Que quede claro. Yo solo estoy contando mi historia, nada más y entiendo que cada caso viene acompañado de multitud de casuística que lo hacen diferente al resto y por ello, meritorio de una actuación diferente y personalizada. 

Y hasta hoy. Estoy totalmente convencida de que una alimentación vegana (saludable, bien asesorada y planificada) es la mejor opción para nuestra salud y con el añadido de algunas pautas dirigidas a hacerla sostenible, la mejor opción para preservar nuestro planeta. Por eso dirijo mis esfuerzos y mi ejemplo en promoverla, aceptando mis limitaciones: no puedo jactarme de alimentarme 100% de manera vegana y mucho menos de «ser vegana», ya que entiendo que esa etiqueta implica mucho más de lo que yo hago. Pero sí vivo, actúo y consumo con consciencia, siendo consciente de mis actos y de mis decisiones y de la repercusión de los mismos en mi cuerpo y en mi planeta. Con esa filosofía creo Biovero, desde donde pretendo aportar al mundo. Y así, lo que dure

Después de esta apertura… solo espero despertar ese «algo» en alguien y aportar, desde mi pequeña experiencia, quizás un granito de cambio en la vida de alguien. Y si no, unos 15 minutos de cotilleo en cuarentena, que nunca está de más. 

Gracias por llegar hasta aquí!